En una conversación con Boss, yo le comentaba acerca de un ex familiar político y lo describí como encantador, super inteligente, super culto... para finalizar diciendo que el problema por el cual había terminado con su pareja era que Gus era "super serio". Aclarando que estábamos comiendo en un restaurante y que la música estaba un poco alta, se comprende la mala interpretación.
Boss rió y me preguntó: - "¿Qué quiere decir percélido?
Lo miré estupefacta ya que él es una de las personas más cultas que conozco, con lo cual no comprendía ni la pregunta, ni la palabra acerca de la cuál me estaba preguntando...
- ¿Percélido? ¿En qué momento dije percélido? - pregunté.
- Recién, cuando me hablabas... ¿Qué fue lo que dijiste? (Si, ya se que parece una conversación de locos, pero tengan en cuenta el contexto, por favor).
- Super serio!!! - contesté y no pude evitar reirme aun más fuerte que él.
Boss estaba encantado con la situación y la llevó más lejos: - "Pensé que percélido era una palabra que significaba algo como sumiso, demasiado dedicado... y que por ese motivo, por ser tan "percélido", la relación había terminado siendo aburrida... Que lástima, pensé que iba a aprender una palabra nueva."
No pude más que seguir riendo, aunque la idea quedó dando vueltas en el aire... - "¿Y si la inventamos? ¿Que puede ser un percélido? - lo desafié.
- "Según lo que interpreté en un principio, debería ser algo así como un enfermero del alma."
Y asi esta palabra nacida una noche de febrero, con un significado tan hermoso fue el disparador de este cuento.
Para Boss.
Su percélido
Todos necesitan eventualmente un percélido en diferentes momentos de la vidas. Algunos pagan analistas, otros van a la iglesia, otros lo encuentran en sus amistades, unos pocos otros se proponen como percélidos momentáneos; pero también encontramos a quienes tienen ese don de ser constantes enfermeros del alma.
Agus es uno de ellos. Y tiene como pareja a una encantadora, pero inestable mujer llamada Tina. Parecería que son el uno para el otro en todos los aspectos posibles. Aun sus nombres se complementan, y más si vamos a la etimología del mismo que deriva de Augusto y significa: sagrado, divino.
Pero como esta no es una historia de romance fantástico, vamos a los hechos.
Desde que se conocieron, Tina fue la parte más pasiva de la relación. Siempre con sus altibajos emocionales, cambiante al punto de tener el poder de transformarse en una encantadora de serpientes a la hora de honrar a su hombre, para luego volverse una niña en sus brazos. Y esta es una de sus mejores facetas. También lograba inexplicables picos de euforia convirtiéndose en el alma de cualquier fiesta, que compensaba con días de llanto y tristeza enredada entre sus almohadones, sus gatos y sus pensamientos.
Por su parte Agus, un noble caballero de nuestros tiempos, dedicaba sus días a trabajar en su profesión de abogado, para llegar a su casa y cambiar el traje por la bata de enfermero de su mujer. Las malas lenguas podrían decir que este hombre era un masoquista, pero lo cierto es que amaba a Tina y contaba con el don de saber acariciar su alma cuando estaba triste, y de cambiar el agua salada de las lágrimas por exquisitos baños de rosas que embriagan el corazón de cualquier ser humano.
Años pasaron en esta relación, que aunque pueda verse tremendamente enferma, para ellos funcionaba bien así.
Un día Agus, en una de esas etapas críticas por las que toda larga pareja atraviesa, se encontró realmente cansado de tener dos trabajos. Miró hacia dentro y encontró un hombre triste, al que ya no lo llenaba disfrutar de las delicias de su exótica Tina en sus momentos de alegría, y los despojos de su alma constantemente herida quién sabe por qué motivo.
Lejos, muy lejos de lo que cualquier persona pudiera esperar de él, una madrugada armó una valija y se marchó con rumbo desconocido.
Tina quedó devastada. No daba crédito a lo que estaba sucediendo. ¿Cómo iba a seguir adelante sin su amado Agus? ¿Por qué se había ido? ¿Es que acaso ella era el motivo? ¿Quién la iba a querer como él? ¿A quién era capaz de amar ella?
Estas y miles de preguntas más quedaron sin respuesta mientras Tina tiró dentro de un bolso lo primero que encontró. Retiró todo su dinero del banco y salió al mundo en busca de su percélido perdido.
Pero como la vida tiene muchas y maravillosas vueltas, Tina viajó y viajó sin hallar rastro alguno de Agus. Lo que sí encontró en su aparente marcha sin rumbo, es que no “necesitaba” más a su percélido. Que todavía lo amaba, sí. Pero que podía estar bien por sí misma. Descubrió lo que todos en algún momento encontramos: nuestro percélido está dentro. Somos nuestros percélidos, nuestros amigos, nuestros enemigos, nuestras luces y sombras... y tantas otras cosas más.